
La guitarra flamenca de Yerai Cortés, un viaje íntimo hacia la raíz sonora

Desde hace años, Antón Álvarez Alfaro —el artista que el mundo conoce como C. Tangana— ha transitado los márgenes del arte popular con una mirada de autor que parecía inevitablemente destinada a estallar en otros formatos. Hoy, esa evolución se materializa en la gran pantalla con su primer largometraje como director: La guitarra flamenca de Yerai Cortés, un documental que no sólo agota funciones en su estreno, sino que ya es considerado uno de los ejercicios más honestos y precisos sobre la tradición musical española contemporánea.
El filme, presentado oficialmente en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara, se ha convertido en un fenómeno de crítica y taquilla. Y no es casualidad. Con un relato que fluye entre el ensayo poético y la intimidad musical, la obra sigue de cerca la trayectoria del guitarrista Yerai Cortés —viejo colaborador de Tangana y figura emergente del flamenco actual— para retratar, sin ornamento ni concesiones, la transmisión oral, el peso de la herencia, y la fragilidad de la creatividad.
Más allá del fenómeno mediático que suele rodear a C. Tangana, lo que sorprende aquí es la madurez narrativa de su mirada. Hay planos detenidos, silencios largos, escenas que respiran sin prisa. Todo en esta película huye del videoclip. Es un homenaje sincero, pero también un acto de observación. Un cine que no impone, sino que escucha.
La producción ha sido celebrada tanto en España como en América Latina, y ya ha obtenido dos Premios Goya, incluido el de Mejor Documental, consolidando a Antón como un autor emergente dentro del panorama cinematográfico. La crítica ha señalado su capacidad para traspasar su estética musical hacia una estética visual coherente, donde el minimalismo se convierte en lenguaje.
La guitarra flamenca de Yerai Cortés no es un biopic ni una postal folclórica. Es un retrato coral y casi etnográfico de una forma de vivir el arte. Es también una declaración de amor por la guitarra, por el silencio y por el oficio invisible del músico que acompaña.
En un mundo que premia el ruido y la velocidad, Antón Álvarez ha decidido comenzar su camino en el cine con lo opuesto: con tiempo, con respeto, con verdad.
Y ese gesto, quizás, es el más cinematográfico de todos.
