
Cuando una marca como Mercedes-AMG decide aliarse con el colectivo artístico más disruptivo del momento, MSCHF, el resultado no es un auto, sino algo que nadie vio venir: muebles. Bajo el título provocador Not for Automotive Use, ambas firmas presentaron una colección de diseño doméstico construida con piezas originales de vehículos AMG.
No se trata de decoración inspirada en autos, sino de componentes reales que han sido transformados en objetos funcionales para el hogar, como una silla hecha con un reposacabezas, una lámpara que se enciende al abrochar un cinturón de seguridad o un sofá iluminado con faros originales.
Esta colaboración se presenta del 15 al 17 de mayo en el estudio de MSCHF en Brooklyn, en el marco del NYCxDesign Festival, y representa una intersección audaz entre la ingeniería alemana de alta gama y el arte conceptual contemporáneo. MSCHF, conocido por sus obras que juegan con los límites de la legalidad, la publicidad y la ironía, encontró en Mercedes-AMG un aliado que, lejos de tomarse demasiado en serio, decidió explorar la elasticidad de su propia marca. El resultado es una colección que homenajea el diseño radical de los años sesenta, ese que rompía con las formas tradicionales y apostaba por la disrupción estética.
Cada pieza está cargada de simbolismo y humor. Más que una simple colaboración de marca, lo que AMG y MSCHF ofrecen aquí es una declaración: la velocidad no tiene por qué estar limitada a las pistas, también puede habitar el interior de una casa. Para enfatizar esto, lanzaron además una cápsula de ropa y objetos utilitarios, entre ellos un ambientador en forma de manzana, un guiño a Affalterbach, la ciudad alemana donde nació AMG y cuyo escudo lleva precisamente ese fruto.
Lo más sorprendente es que, por primera vez, MSCHF abrió al público su estudio en Greenpoint para mostrar la exposición. Entre asistentes del mundo del arte, el diseño y los autos, la experiencia fue vivida más como una instalación que como una sala de exhibición. No hubo vitrinas ni barreras: las piezas podían tocarse, usarse y, en algunos casos, comprarse. Todo estaba dispuesto para habitarse, no para admirarse a distancia.
Esta colaboración demuestra que las marcas que realmente marcan época son las que se atreven a cruzar sus propios límites. En un mundo donde el lujo se redefine constantemente, Mercedes-AMG y MSCHF han logrado algo que parece sencillo pero es extremadamente raro: hacer que un motor vuelva a emocionar, incluso cuando ya no está encendido.
