
El nuevo álbum de la artista norteamericana apuesta por la imagen como provocación y la música como juego de espejos
En un universo donde cada gesto público es diseccionado, Sabrina Carpenter ha optado por no pedir permiso. El pasado 11 de junio, la artista reveló la portada de su séptimo álbum de estudio, titulado Man’s Best Friend, con lanzamiento previsto para el 29 de agosto de 2025. Lo hizo a su manera: con una imagen poderosa, incómoda y visualmente calculada para ser imposible de ignorar.
En la fotografía, Sabrina aparece arrodillada sobre una alfombra rosa, mientras un hombre —cuyo rostro no se ve— le sujeta el cabello con suavidad mecánica. A su lado, un perro lleva un collar con forma de corazón. La escena, que algunos han calificado como degradante, parece en realidad una declaración estética: no de sumisión, sino de control narrativo.
Tras el éxito arrollador de Short n’ Sweet (2024), con el que alcanzó el número uno en Billboard y obtuvo dos Grammy, Man’s Best Friend se anuncia como un nuevo giro creativo. El primer sencillo, “Manchild”, combina bases synth-pop y una energía country-disco con letras afiladas sobre la masculinidad emocionalmente inmadura. En el fondo, Sabrina no canta desde el despecho, sino desde la sátira. Y ahí está su filo.
En entrevistas recientes, ha dejado claro que esta era no fue planeada, sino intuida. “Escribí sin filtro, grabé sin pensar en algoritmos”, dijo a Rolling Stone. Esa libertad se siente: tanto en la música como en el arte visual. Carpenter sabe que cada paso en la industria hoy es político, y decide habitar ese espacio con ironía e inteligencia.
La portada ha desatado debate. Pero como toda provocación bien pensada, no está ahí solo para incomodar, sino para abrir preguntas. ¿Dónde empieza la metáfora? ¿Cuándo se convierte en crítica? ¿Y quién tiene derecho a decidir qué es ofensivo y qué es arte?
Con Man’s Best Friend, Sabrina Carpenter no solo lanza un disco. Se lanza a sí misma como figura compleja, dispuesta a encarnar contradicciones y desafiar los límites de lo que una estrella pop puede representar.
