
La industria de la moda vive una etapa de profundas transformaciones y movimientos estratégicos. Esta semana, uno de los nombres más resonantes del lujo italiano, Gianfranco D’Attis, ha anunciado su salida como CEO de Prada, dejando vacante uno de los puestos más influyentes dentro del universo del diseño global.
D’Attis, quien tomó las riendas de la maison en enero de 2023, concluirá su gestión al cierre de este mes de junio. Aunque su paso por Prada fue breve, marcó un momento de redefinición comercial y de expansión controlada, buscando preservar el ADN de la marca mientras respondía a una audiencia más joven y global.
La transición ejecutiva quedará temporalmente en manos de Andrea Guerra, actual CEO del grupo Prada, quien asumirá de forma interina las funciones directas de D’Attis. Esta decisión llega en medio de una oleada de renovaciones en las cúpulas de diversas casas de moda, donde las rotaciones en liderazgo creativo y corporativo parecen volverse cada vez más frecuentes y estratégicas.
Si bien no se han dado razones oficiales sobre su salida, el contexto sugiere un momento clave para la firma italiana: Prada se encuentra en un delicado equilibrio entre consolidar su posición histórica como ícono de sofisticación intelectual, y expandirse en un mercado dominado por la inmediatez digital y el crecimiento asiático.
Este movimiento, más que una simple renuncia, señala un cambio de ritmo. Una pausa para repensar la dirección en la que una de las marcas más emblemáticas del siglo XXI desea avanzar. Porque en la moda, lo que ocurre detrás del telón corporativo también marca el estilo de lo que veremos en las pasarelas.
